
Es cierto que es incierto el caminar de uno mismo.
Y por alguna regla matemática que hace mucho que no uso, me aventuraría a decir que si se suma otro a ese mecanismo individual que es la persona, más incierto debería ser.
Pero no me hagáis mucho caso, fui reconocida como "de letras" y ahora lo soy como "de artístico".
Por esto soy más de escribir textos de infinitas palabras y orden indeterminados, o de pintar en una hoja mil garabatos y culminar la faena con mi corta firma.
De escupir palabras que acaban siendo pinceladas de un "cuadrucho" que seguramente acabe con los deshechos del día, o en una tienda de antigüedades, cuando pasan más de veinticuatro horas.
Será también porque los números me sofocan y termino vislumbrando sólo borrones de una serie interminable de juegos de lotería que nunca resultan ganadores.
Las matemáticas nunca fueron mi fuerte...
Así que...
¿Quién dice que lo incierto de mí y lo incierto de ti no puede acabar siendo lo cierto de los dos?
